Mi padre conoció a mi madre -Amparito- cuando iba a festejar a otra chica que vivía en la misma calle que ella. La vio, y cambió de puerta y, después de mucho insistir, por fin se hicieron novios. Los domingos iban a bailar al Casal del Centre y al Casino, con la orquesta de Rafael Medina, un gran vocalista de la época. Mi madre era una gran admiradora suya, como la mayoría de chicas del momento. Mis padres se casaron el año 1929 y en 1930 nacieron mis hermanos mellizos, Pepe y Antonio. Yo nací en la calle de la Fassina del Moliner en 1936, en tiempos de guerra.
Mis
hermanos y yo pasamos los tres años de guerra en casa, sin gran cosa
que hacer, porque mi madre no nos dejaba salir. A mi padre lo
movilizaron el año 1937 para ir al frente, y mi madre se quedó
desamparada, con tres hijos y sin ningún jornal. Suerte tuvimos de
los jubilados, que cultivaban los campos cercanos a la vía del tren
y traían lo que recogían a la viudas y a las mujeres que tenían a
sus hombres en la guerra.
Los
bombardeos sobre Gavá empezaron en marzo de 1938, porque en la
fábrica Roca hacían obuses y era un objetivo militar. También
lanzaban bombas indiscriminadamente, sólo por hacer daño. Recuerdo
las sirenas, premonitoras de bombardeos y como mi madre y yo nos
íbamos a unas zanjas, una casi sin construir. Ella se sentaba en una
silla pequeña y yo en su falda.
Alberto Sierra Alfonso
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