dijous, 18 de desembre del 2014

ELS RECORDS DE MAGDALENA MOYA. NADAL DE 1951

«En el año 1951, a mis 24 años, llegué a Cataluña junto con mi hermana y mi sobrino. Mi prima estaba en Terrassa y nos contaba que aquí se ganaba bien la vida. En mi pueblo hubo mucha discriminación hacia nosotros, los rojos, y no te quedaba más remedio que ir a servir a los señoricos, que te humillaban y te pagaban una miseria. Yo ya había pasado lo mío: en la guerra nos fuimos del pueblo caminando hasta Málaga y de allí hasta Almería con los bombardeos desde el aire y desde el mar.

Estuve en una casa de acogida en Murcia y luego en un colegio de niños refugiados. Cuando volvimos, nos habían saqueado la casa y no teníamos nada. Mi hermana y yo nos pusimos a servir por tres duros al mes y la comida, que era de las sobras y de lo peor. Teníamos las manos picadas de sangre de tanto trabajar. Luego yo me fui a Granada con un señor que era dueño de unas bodegas de aguardiente y mejoré un poco, pero preferí venir aquí.

En el viaje pasé mucha hambre, porque no llevábamos mucho para los tres: un conejo, pan, agua y poco más. Cuando llegamos a la estación de Francia nos llevaron hacia una puerta pequeña donde estaba la policía. Nos montaron en una furgoneta junto con más gente y nos dejaron en Montjuïc. A mi sobrino, de nueve años, lo metieron en el pabellón de los hombres y a nosotras dos, en el de las mujeres. Aquello era una pena: chicas en estado, viejas casi desnudas, descalzas, madres solteras… Se comían hasta las pieles de las naranjas. Enfrente estaba la cárcel abarrotada y en el piso de arriba de nuestro pabellón, con un olor realmente desagradable, los enfermos llorando y gritando día y noche.

Parece ser que a la gente que encontraban por la calle y que no tenía trabajo o vivienda la llevaban a Montjuïc. También a los que venían en tren en esas condiciones los tenían allí unos días y los devolvían a su pueblo en tren. Por eso, cuando la gente lo sabía, se bajaba en Sitges o Tarragona y se venía de allí andando. En aquel pabellón dormíamos en colchones de paja, que pinchaban, en una nave muy grande. Los jueves nos dejaban salir al patio y yo lo recuerdo con unas paredes muy altas. Los soldados nos daban muy poca comida y pasamos mucha hambre y mucho frío. Era por Navidad»

Magdalena Moya,
Del llibre « Trajectes, la veu de les dones immigrants », 2008

dimecres, 17 de desembre del 2014

90 AÑOS DE HISTORIA DE LA POLICÍA MUNICIPAL DE GAVÀ

El guardia Roque Nevado. Años 60
Con fecha 1 de mayo de 1924 el Ayuntamiento de Gavà nombra al primer Guardia Municipal, el sr. Baudilio Pugès.
En 1925 se nombra como nuevo Guardia Municipal a D. Pedro Planas, quien estuvo hasta 1928, siendo sustituido por su hermano Ramón, que estuvo trabajando hasta 1948.
En 1927 se crea la figura del primer vigilante nocturno (no confundir con el sereno) recayendo en el sr. José Vila.
En 1947 comenzó a trabajar D. Roque Nevado, y ante el crecimiento que empezaba a experimentar la población de Gavà, dos años después se le uniría D. Salvi Valentí.
En la década de los años cincuenta asistimos al rápido crecimiento urbanístico del pueblo. Ante la necesidad de ofrecer más servicios y seguridad a la población, la plantilla de la Guardia Municipal crece exponencialmente, nombrándose al sr. Roque Nevado, por ser el miembro más veterano, como Cabo Jefe. Así encontramos a los guardias urbanos Curriá, Tomás García, Vicente Benedicto (más conocido como el chato), José Pérez, Salvador Monclús. Entre los vigilantes nocturnos tenemos a Ramón Giménez (quien además hacías las funciones de pregonero), Pedro Muntané, Felix Esteve, Antonio Campmany, Juan Cabané, Evelio Fuentes, Ambrosio Rodríguez, Antonio Piño.
En los años 60 vemos que ingresa en la Policía Municipal de Gavà personal procedente del Ejército, Guardia Civil o Policía Armada, a través de la Agrupación Temporal Militar para Servicios Civiles, que se ocupaba de destinar al personal correspondiente en la Administración Civil del Estado y Corporaciones Locales. Así encontramos a los señores José Osorio, Mateo Saiz, Ángel Ceide, Agustín Barbero, José Prado, Antonio Ansoar. También ingresa el sr. Francisco Sánchez, Comandante del Ejército, como Cabo Jefe de la Policía Municipal.
Hasta estos años la vigilancia de la población se realizaba a pie, y en esta década se compran los primeros vehículos a motor. Se tiene constancia de que, para la vigilancia nocturna, se recogía a una pareja de la Guardia Civil y el servicio se realizaba conjuntamente con el coche patrulla.
En 1973 el sr. Salcedo se convierte en Sargento Jefe debido a la ampliación de la plantilla con nuevo personal. También este mismo año la Policía Municipal estrena nueva sede, trasladándose de los bajos del Ayuntamiento al edificio de la Rambla que ocupa en la actualidad.
Por Real Decreto en 1977 se unifican la figura del vigilante nocturno y el guardia urbano en una única Policía Municipal. Nuevos aires democráticos llegan al Ayuntamiento y en unos pocos años se renueva y amplía la plantilla, aunque debido a la bonanza económica muchos agentes dejarán el Cuerpo buscando nuevos caminos en el sector privado.
La sociedad va cambiando y aceptando nuevos roles, y en 1981 ingresa Rosario Nadales, la primera mujer policía de Gavà. A partir de los años 80 los nuevos agentes de ingreso comienzan a realizar su preparación en la Escuela de Policía de Barcelona, ganando la plantilla en calidad y profesionalidad. Posteriormente, con la creación de la Escuela de Policía de Cataluña en Mollet, todos los agentes realizarán sus estudios profesionales allí.
También asistimos a la diversificación de los servicios que presta esta Policía Municipal, creándose por ejemplo la patrulla de Medio Ambiente, encargada de la vigilancia de nuestras montañas, así como de controlar las industrias y vertidos agrícolas. Y la figura del Guardia de Barrio, a fin de mantener un más estrecho contacto con el ciudadano.
Pedro Campos Roca