Imatge aèria desembocadura del Llobregat, any 1929. Autor Josep Gaspar i Serra ICC |
Nos retraemos hasta el año de 1918, con la intención de ubicar los hechos sobre una franja geográfica acotada que va desde la población del Prat de Llobregat al Norte, Castelldefels al Sur, la antigua carretera nacional al oeste y lindando al este con la franja litoral. Una lengua de dunas y pinares que acota el territorio donde esta pandemia se implantó con más virulencia, concretamente en los arrozales y marismas que contenía esta franja de terreno hoy día tan atractiva. Una pandemia de terribles consecuencias para la población de la zona durante más de cinco años. Durante el siglo XIX y parte del XX, una frase acompañó a la ciudad del Prat de Llobregat “Aires del Prat”, célebre frase que todo viajero que divisaba el horizonte Pratense exclamaba mientras se tapaba la cara con cualquier trapo o pañuelo, tal y como afirmaba Pare Andreu de Mallorca en su ensayo1. Todavía hoy día se utiliza de forma coloquial para referirse a los malos olores que desprenden las aguas en descomposición que se estancan en los humedales de la comarca.
Esta epidemia cobra importancia por lo exótico de su implantación geográfica, cierto es que la zona solapó epidemias de Cólera, Tifus o la mal llamada “Gripe Española", que no hicieron más que enmascarar una tragedia sanitaria de relevante importancia que obligó a modificar las medidas higiénico-sanitarias del territorio, así como todos los protocolos de actuación ante el avance de la misma. Esto obligó a cambiar los medios de sustento de una zona ganadera y agrícola, que ya por entonces albergaba el primigenio aeropuerto del Remolar, germen actual del moderno aeropuerto del Prat de Llobregat.
Para indagar en los antecedentes de la epidemia, se ha investigado la correspondencia hallada en los diferentes archivos municipales de la comarca, donde queda palpable el grado de implicación de las diferentes administraciones así como las actuaciones llevadas a cabo por las mismas.La mancomunidad de Cataluña publica en 1918 un volumen “Trabajos del Servicio de Paludismo, 1915-1916”, donde se habla de las pasadas epidemias de 1847 y 1848, también el Cuerpo de Sanidad Militar presente en la cercana Base aeronaval del “Remolar”, cataloga a la provincia de Barcelona, más concretamente a su litoral, como zona de incidencia Palúdica (Malaria). La implantación de nuevos cultivos basados en el arroz son el detonante de los brotes descritos en el volumen de la Mancomunidad, en la primera mitad del siglo XIX y tras intensos alborotos, este tipo de cultivo desaparece de la zona y con él los brotes palúdicos. A estas medidas le acompañan tareas de limpieza de canales y acequias, quedando claro que la inundación intensiva de los campos ayudó a la proliferación del mosquito transmisor en toda la zona.
Document de l'any 1921, propietat de l'Arxiu Municipal del Prat. |
En el margen derecho del río Llobregat, durante la segunda mitad del siglo XIX, se lleva a cabo la construcción de un canal paralelo, esto supone un cambio radical en las condicionesmedioambientales de la zona. Se pasa de tierras pobres tan solo útiles para el cultivo de cereales y viñedos a terrenos de regadíos intensivos con resultado de inundación, concretamente arrozales. Toda la zona que va desde el núcleo urbano del Prat de Llobregat hasta el mar y desde el canal al aeródromo militar a las tierras de Castelldefels, hasta entonces de baja productividad, se cuadricula mediante acequias y canales que permitirán inundar y estancar el agua para facilitar el cultivo del arroz.
AMG. La Murtra. Fons i autor Ramon Vinyes, anys 30. |
Para drenar los terrenos de las aguas utilizadas más las acumuladas de origen pluvial se realizan canales auxiliares, pero la mala planificación de las obras civiles, el poco desnivel del Delta y la barrera de dunas de la fachada litoral, terminan estancando las aguas cargadas de detritus orgánicos -que a su vez sufren un proceso de descomposición-. Todo ello crea las condiciones óptimas para la aparición de brotes epidemiológicos de diversa naturaleza, entre ellos el Paludismo, además de facilitar el hábitat del organismo transmisor en este caso el mosquito “Anópheles”. Las nuevas condiciones ambientales creadas de forma artificial unidas a la falta de preparación de los encargados de llevar a cabo la planificación, desembocaron en 1918 en la epidemia de Paludismo que asoló esta comarca en el primer cuarto del siglo XX.
Como toda epidemia, esta seguirá un desarrollo en forma de campana con una amplitud superior a 5 años, en 1918 se determina que la epidemia no es consecuencia del cultivo, más bien de las condiciones necesarias para que se dé. La acumulación de agua insalubre es sinónimo de enfermedad. Las consecuencias sanitarias tuvieron una repercusión social muy importante. Un gran número de agricultores autóctonos se vieron obligados a abandonar sus hogares tras la inundación de los campos aledaños, el miedo a las “fiebres”, como así se las llamó ante el desconocimiento de lo que estaba pasando, hizo que familias con arraigo abandonasen sus tierras.
Las tierras que no se dedicaron al cultivo del arroz quedaron baldías y abandonadas, convirtiéndose en estanques de aguas insalubres. Una parte de las clases pudientes incentivaron la construcción de diques artificiales que impedían el drenaje de los terrenos, con el fin de atraer colonias de aves migratorias para llevar a cabo actividades cinegéticas, aunque tales prácticas solo ayudaron a la propagación de la misma. Desde 1903 a 1917, como apuntaba con anterioridad, fueron residuales, circunscritos a los alrededores de una pequeña guarnición de Carabineros con la que contaba la zona, encontrándose ésta rodeada de balsas insalubres. El inicio de la actividad arrocera coincide con la llegada de gentes de las tierras de la Delta del Ebro, muchísimas ya afectadas por la enfermedad. No era una enfermedad desconocida, pero sí lo era para la inmensa mayoría de la población de la comarca del Baix Llobregat, que no entendía que estaba pasando aunque lo asociaran con el cultivo del arroz. Víctimas de la falta de previsión, los regadíos, estanques, balsas y marismas se convirtieron en sus enemigos, y a su vez, en los principales aliados de la epidemia.
Francisco Javier Rodríguez Maldonado